jueves, abril 08, 2004

Cine: "Muerte en Venecia", de Luchino Visconti.

Pocas películas reflejan tan delicada y exactamente el libro que toman como base como ésta. La entrada del aquí músico (en la obra, poeta) , en Venecia es de un lirismo y de un simbolismo en todo igual al de la novela de Thomas Mann. El amor prohibido, inesperado y doloroso de Bogarde por el bello Tadzio. La coquetería de éste. Su trágica maldad, por ser tal vez instintiva: esas sonrisas, esas miradas, esas posturas seductoras... la belleza frente a la decadencia física, y la debacle moral de un moralista. Y Venecia, otra metáfora: bellleza putrefacta, apestada.

Al ver la peli me pregunto si es inevitable que la belleza esté unida a la melancolía. A la descomposición o a la conciencia de pérdida o de imposible posesión del que la contempla. Me pregunto si sólo se puede apreciar la belleza en toda su gracia a partir de la madurez, que nos aleja, ineluctablemente, de ella.
¿Podemos poseer, aunque sólo sea un segundo, la belleza de otro, de otros? ¿O estamos condenados a no poder tender ningún puente, a quedarnos, como Borgarde, anclados en la tumbona de la playa, mirando la grácil figura señalar el infinito, entre brumas...inalcanzable?

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